Historia Insurgencia-Revolucón de Tlaxcala

Historia Insurgencia-Revolucón de Tlaxcala
Independencia y Reforma Ante la debilidad de la monarquía española para enfrentar la ocupación napoleónica, la Junta Central Gubernativa convocó a las provincias americanas a elegir diputados que las representaran en las Cortes de Cádiz. Tlaxcala no fue llamada por tener un gobierno de excepción. Sólo la tenacidad del Cabildo Indígena, que nuevamente invocó los servicios prestados a la Corona y los privilegios que ésta le otorgó, entre ellos el de "Ciudad Insigne, Muy Noble y Muy Leal", corrigieron el olvido. Tlaxcala eligió a los hermanos Manuel y Miguel de Lardizabal y Uribe, descendientes de vascos y al doctor José Miguel Guridi y Alcocer, quienes participaron en la elaboración de la Constitución de Cádiz y en honor de la cual, la[ciudad de Tlaxcala] designó a su plaza de armas como "Plaza de la Constitución". La constitución de Cádiz consignaba en su capitulado referente al municipio, que deberían convocarse a elecciones aquellas poblaciones que los habían tenido y con base en un determinado número de habitantes. Fueron numerosos los tlaxcaltecas que participaron en el movimiento de Independencia al lado de los ejércitos de Hidalgo, Morelos y Guerrero. Entre los tlaxcaltecas que se incorporaron a las fuerzas insurgentes se recuerda a Miguel Serrano, Juan Cortés, Antonio Arroyo y Vicente Gómez. En esta pléyade, sobresale la figura del cura Mariano Matamoros, si bien nacido en la Ciudad de México, fue hijo de José Matamoros y de Mariana Guridi, originarios de Ixtacuixtla, Tlaxcala. Las acciones bélicas entre insurgentes y realistas no fueron mayores por la presencia de la guarnición realista de Puebla, que inhibió los enfrentamientos con los insurgentes. Las simpatías de los habitantes de la ciudad de Tlaxcala por la causa de la Independencia, quedaron manifiestos el 16 de abril de 1821, cuando abrieron sus puertas al general insurgente Nicolás Bravo, quien era perseguido por el Coronel Hevia, pese a la oposición del gobernador español Agustín González de Campiño, quien había fortificado y guarnecido la plaza. Ante la sorpresiva actitud de los tlaxcaltecas, Hevia detuvo la persecución y se retiró a Tulancingo, lo que le permitió a Nicolás Bravo aumentar sus contingentes, mejorar su artillería, abastecerse de parque y bastimentos para sus tropas. Durante la regencia y el efímero imperio de Agustín de Iturbide, no hubo cambios substanciales en la organización política de México. A la caída del emperador se convocó a un Congreso Constituyente en 1823, que se proponía dar a la Nación una forma de organización política republicana, mediante la federación de estados soberanos. Sorpresivamente, la diputación poblana solicitó que en el Artículo VII del proyecto de constitución, Tlaxcala fuese anexada al estado de Puebla, argumentando que la primera no contaba con los recursos para erigirse en una entidad federativa. Los enemigos de Tlaxcala, usaron los periódicos "El Sol" y "El Aguila Mexicana", para publicar artículos calumniosos que definían a Tlaxcala como un conjunto de ruinas formadas en el recodo de un río, sin potencialidades productivas. El resurgimiento de la tendencia anexionista que ya había fracasado durante la administración colonial, tenía su fuente de sustentación en los obrajeros, comerciantes, hacendados y parte del clero de Tlaxcala, en su mayoría de origen español o criollo, con intereses más cercanos a Puebla. El Ayuntamiento de Tlaxcala, conjuntamente con los de Chiautempan, Nativitas, Teolocholco, Xaltocan y Zacatelco, conminaron a sus representantes ante el Congreso, para que defendieran a Tlaxcala como un Estado Libre y Soberano dentro de la Unión. La batalla en el Congreso y en los medios periodísticos la dieron los diputados Blázquez, Romero, Amador, González de la Cruz, Reyes y Zimerman bajo la estrategia política que diseñó Joaquín de las Piedras, Jefe Político de Tlaxcala. El prestigiado legislador don José Miguel Guridi y Alcocer, protestó enérgicamente ante el Congreso por la pretensión de Puebla y de los malos hijos de Tlaxcala, logrando frenar las ambiciones mezquinas de los anexionistas. Después de una larga y prolija discusión, Tlaxcala no fue anexado como parte del estado de Puebla, quedando como territorio de la Federación. En 1836 cuando los estados fueron transformados en departamentos, el territorio de Tlaxcala quedó incluido dentro del Departamento de México, hasta el mes de mayo de 1847, en que Tlaxcala recobra su calidad de territorio. En 1853, Santa Ana regresa a la Presidencia de la República, mediante una asonada. En marzo de 1854 don Juan Alvarez proclama el Plan de Ayutla que se propone derrocar a Santa Ana y restablecer el régimen federal. Al año siguiente el abogado tlaxcalteca Guillermo Valle y sus partidarios, se adhieren al Plan de Ayutla y al triunfo de éste, es reconocido como Jefe Político de Tlaxcala, integrando un Consejo de Gobierno y expidiendo un estatuto orgánico con carácter provisional, a través del cual se propone organizar políticamente el territorio tlaxcalteca. Con el triunfo del Plan de Ayutla se convocó a un Congreso Constituyente. Tlaxcala envió dos representantes, quienes llevaban al seno del legislativo la vieja demanda de que se le considerara como estado libre y soberano dentro de la Unión, y no sólo como un territorio. El diputado Mariano Sánchez hizo una amplia defensa histórica de la lucha tlaxcalteca por obtener su autonomía, así como una exposición en la que demostraba la solvencia económica y social de la entidad. En sesión solemne del 9 de diciembre de 1856, los legisladores aprobaron por abrumadora mayoría la propuesta de que Tlaxcala dejará la condición de territorio y asumiera la de estado libre y soberano. Por fin, después de muchos avatares en su lucha por la autonomía, la tenacidad y la razón histórica se impusieron felizmente. Al año siguiente, Guillermo Valle fue electo gobernador del estado por el Congreso Constituyente de Tlaxcala. Las inconsistencias del general Ignacio Comonfort, desautorizando la Constitución de 1857, lo llevó a disolver el Congreso Federal y a encarcelar a distinguidos liberales, lo que dio pié para que los reaccionarios lo desconocieran como Presidente de la República, mediante el Plan de Tacubaya que firmaba el General Felix Zuloaga, provocando un periodo de inestabilidad que se conoce como la Guerra de Tres años. Guillermo Valle se pronunció a favor de la rebelión y disolvió el Congreso. Su Secretario General de Gobierno, Miguel Lira y Ortega, con una fracción de la legislatura disuelta, se levantó en armas a favor del régimen constitucional. Guillermo Valle renuncia a la gubernatura quedando como sustituto Manuel Saldaña. Los conservadores designan un Jefe Político y declaran a Huamantla capital de Tlaxcala. Las blusas rojas del anticlerical Antonio Carvajal, empezaron a ser conocidas en los llanos de Apan, así como los guerrilleros de Doroteo León, quienes combatieron a los conservadores hasta el triunfo de los liberales, lo que permitió la entrada del Presidente Benito Juárez a la ciudad de México, el 10 de enero de 1861. En Tlaxcala, en marzo de ese año, el Congreso llamó a ocupar la gubernatura a Manuel Saldaña. La declaración de la suspensión de pagos de la deuda nacional por el gobierno del Presidente Benito Juárez, fue usado como pretexto por Napoleón III para provocar la guerra de intervención contra México. Durante esta guerra se distinguió desde las primeras acciones el general Antonio Carvajal y sus tropas tlaxcaltecas, quienes derrotaron al general imperialista Leonardo Márquez en las inmediaciones de Atlixco, Puebla, impidiéndole apoyar a las tropas del general Lorencez, que se aprestaban a tomar la ciudad de Puebla, donde el general Ignacio Zaragoza les infringiría una cabal derrota, el 5 de mayo de 1862. Posteriormente, Tlaxcala fue tomada y ocupada por el ejército invasor en 1863, saliendo el gobierno de Saldaña hacía la sierra norte de Puebla, donde ya se encontraba el general Miguel Lira y Ortega al frente de los patriotas de Tlaxcala. Durante la administración imperial fue nombrado Jefe Político Ignacio Urmaechea y Ernaíz, quien agregó los municipios de Zacatlán, Chignahuapan y Tetela a Tlaxcala, por instrucciones del gobierno imperial. Se consideró que su anexión favorecía la estrategia militar de las armas imperiales, obviamente con la oposición y protesta de los poblanos. Miguel Lira y Ortega desde la sierra norte de Puebla tuvo que aliarse con la población serrana en defensa de la República, haciendo a un lado viejas rivalidades. Poco a poco lograron controlar Huamantla y Apizaco, proponiéndose recuperar la ciudad de Tlaxcala. Los contingentes tlaxcaltecas participaron no sólo en la defensa de la ciudad de Puebla y en otros enfrentamientos en su territorio, sino en los estados vecinos, hasta que lograron establecer un cerco sobre la capital del estado que se encontraba ocupada por las fuerzas intervencionistas. El 1º de enero de 1867, las fuerzas republicanas recuperan la plaza de Tlaxcala, haciéndose cargo de la gubernatura y de la comandancia militar de manera interina Miguel Lira y Ortega. Después de este triunfo, los tlaxcaltecas se incorporan al Ejército de Oriente al mando de Porfirio Díaz, quien se propone tomar la ciudad de Puebla. Los primeros en escalar los edificios conventuales fueron los tlaxcaltecas, distinguiéndose el Coronel Aubery, quien arrancó del Palacio de Gobierno el pabellón imperialista. Una vez concluido el sitio de Querétaro y habiendo regresado los poderes a la ciudad de México, Tlaxcala se engalanó para recibir a los soldados tlaxcaltecas que habían participado en la Guerra de Intervención. La recepción fue el 5 de julio de 1867. La presencia del Ejército de Oriente le había otorgado cierta influencia a Porfirio Díaz en Tlaxcala, quien intentó intervenir en la sucesión gubernamental. Benito Juárez evitó la intromisión y dejó que el pueblo de Tlaxcala decidiera a favor del liberal Miguel Lira y Ortega, quien ganó las elecciones para el periodo 1868-1872. Poco después, en 1873 hace su aparición en el escenario político un joven soldado que había participado en la guerra de intervención francesa, Próspero Cahuantzi, quien fue electo para desempeñar el cargo de regidor del Ayuntamiento de Tlaxcala. La administración de Miguel Lira y Ortega fue de pacificación y recuperación para la maltrecha economía tlaxcalteca. Promulgó una nueva Constitución en la que incluía las Leyes de Reforma; expidió la Ley de Educación Primaria; creó nuevos municipios y dio amplio apoyo a la construcción de vías férreas. Se incorporó Tlaxcala a la nueva tecnología textil con el establecimiento de 6 nuevas fábricas de hilados y tejidos. Dedicó además parte substancial del presupuesto a la apertura y mantenimiento de caminos. Lira y Ortega apoyó al Presidente Benito Juárez contra los intentos de Porfirio Díaz para desplazarlo del poder ejecutivo. A la muerte de Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada impone a Melquiades Carvajal en la gubernatura, saliendo Miguel Lira y Ortega a un exilio voluntario hacia Puebla. El Porfiriato A la muerte de Juárez se profundizaron las fisuras entre el viejo grupo liberal, enfrentándose lerdistas y porfiristas. Entre los partidarios de Porfirio Díaz se distinguía Próspero Cahuantzi, quien había combatido al lado del General Díaz y de Manuel González durante la guerra de intervención francesa. La rebelión de Tuxtepec tuvo su culminación en la batalla de la hacienda de Tecoac, donde los porfiristas derrotaron a lerdistas y, como consecuencia de ello, Melquiades Carbajal fue desplazado de la gubernatura, misma que fue ocupada por tres gobernadores interinos. Al asumir la Presidencia de la República, el general Porfirio Díaz permitió el regreso del liberal Miguel Lira y Ortega a la gubernatura, como un gesto de acercamiento con los viejos juaristas y, además, porque necesitaba el prestigio de ese liberal. Porfirio Díaz compensó al otro candidato, Próspero Cahuantzi confirmándole el grado de Coronel, además de hacerlo diputado local para el bienio 1877-1879. Poco después Próspero Cahuantzi ascendería al poder. Su gestión está llena de claroscuros. La eficacia administrativa de este soldado del pueblo lo llevó a diseñar un proceso de industrialización inusitado para su época, que consistió en la promoción para la instalación de varias fábricas textiles y otras industrias de transformación, así como la modernización de la agricultura. Su administración había heredado de Miguel Lira y Ortega y de Benito Juárez, dos importantes vías de comunicación: el Ferrocarril Interoceánico que tenía una estación en Calpulalpan, y el Ferrocarril Mexicano con estaciones en Apizaco y Huamantla. Este contaba, además, con un ramal que partiendo de Apizaco pasaba por Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala y Puebla. Los hacendados pulqueros del norte del estado fueron beneficiados con el ferrocarril porque pudieron enviar su producto a la ciudad de México, lo mismo que los empresarios textiles, ya que disminuyeron los costos de transportación y el tiempo para sus envíos. En conjunto, hacendados y empresarios se dieron a la tarea de construir más de 40 ramales de ferrocarril mediante tracción animal, que conectaban sus empresas con las estaciones de las líneas ferroviarias, llegando a tener una extensión nada despreciable de 260 kilómetros, lo que indica la importancia que tuvo este medio de comunicación para el desarrollo de Tlaxcala. Los pequeños talleres arsenales de velas, cerillos, vidrio, fundiciones de fierro, loza, papel, aguardiente, aceite, jabones, etc., se fueron transformando en pequeñas y medianas empresas, que junto con las unidades textiles, indicaban que la entidad había un proceso de industrialización, aún cuando la producción agropecuaria seguía siendo predominante en la economía tlaxcalteca.

Enciclopedia Universal. 2012.

Игры ⚽ Поможем написать реферат

Compartir el artículo y extractos

Link directo
Do a right-click on the link above
and select “Copy Link”